Muchas personas, en su afán de priorizarse a sí mismas en un mundo que fomenta el individualismo, no se dan cuenta de que dañan la salud emocional de quienes les rodean al descuidar el equilibrio entre el autocuidado y la consideración hacia los demás. Esta reflexión me lleva a la responsabilidad afectiva, ¿sabes qué es? Te lo cuento a continuación.
¿Qué es la responsabilidad afectiva?
La responsabilidad afectiva o emocional consiste en saber que nuestras acciones generan emociones en las personas con las que interactuamos. Es decir, se trata de tener en cuenta las consecuencias que tienen los lazos entre las personas, sea cual sea el tipo de relación, con el objetivo de prevenir daños emocionales.
Las relaciones interpersonales íntimas crean vínculos emocionales que implican alegrías y apegos, pero también problemas y conflictos. Así, la responsabilidad afectiva es una forma de actuar que se basa en los conceptos de respeto, equilibrio y cuidado mutuo, ofreciendo recursos que evitan las actitudes tóxicas y fortalecen los lazos afectivos saludables.
Las apps de citas, como Tinder, promueven conductas dañinas que van en contra de la responsabilidad afectiva, es más, el caso que se suele citar como el ejemplo de la irresponsabilidad emocional es el del ghosting: desaparecer sin dar motivos después de un periodo de contacto íntimo con una persona. En vez de asumir la responsabilidad y comunicar el cambio de opinión, se elige la escapatoria pensando solo en el bienestar propio. Como nos decía el doctor en Neurociencia, Michel Desmurget, hace unos años, tenemos una ‘fábrica de cretinos digitales’.
“En una vida de continua emergencia, las relaciones (virtuales) superan fácilmente lo real (…) están provistas de las teclas de ‘suprimir’ y ‘spam’ que protegen de las pesadas consecuencias (sobre todo, la pérdida de tiempo) de la interacción en profundidad”.
ZYGMUNT BAUMAN
¿Cómo trabajar la responsabilidad afectiva?
La responsabilidad afectiva no es una característica de la personalidad, sino una forma de actuar y, como tal, puede adquirirse y mejorarse. Ser responsable desde una perspectiva afectiva implica recurrir a nuestra inteligencia emocional para gestionar tanto nuestras emociones como comprender las del otro a través de la aplicación de diferentes acciones y actitudes. Es difícil imaginar lo que causamos en los otros si no sabemos identificar lo que sentimos nosotros mismos ni regular nuestras emociones.
A continuación te cuento algunas acciones para practicar solo o en familia y que te ayudarán a mejorar las relaciones afectivas con los demás.
- Sinceridad y honestidad: el amor es un cuidado mutuo que busca la armonía. Y solo se consigue con una comunicación sincera y de doble vía. Evita mentir o jugar con las emociones del otro para que la relación no se vuelva tóxica.
- Pon límites: para tener una relación sana y honesta, si las dos personas están de acuerdo, es bueno definir los límites de la misma. Y, por supuesto, luego no sobrepasarlos porque estaríamos faltando al acuerdo. Si llegamos a ese punto, no debemos esconder la realidad ni mentir a la otra persona.
- Evita sufrimientos innecesarios: es normal que al empezar una relación no se sepa bien qué se quiere ni qué se espera. A veces los sentimientos cambian, pero si estos sentimientos no coinciden mucho, es importante actuar antes de que una de las dos personas se sienta traicionada. Aunque duela, hay que ser honestos antes de que sea muy tarde y el sufrimiento sea mayor.
- Asume el conflicto: Ser responsable afectivo implica también aceptar que en una relación no todo va a ser emoción y romance, diversión y alegría. Afrontar con calma el conflicto propio de cualquier relación es el único camino para comprometerse en la construcción de la misma. Por el contrario, escapar ante el sonido del primer grito de guerra impide una interacción y un conocimiento profundos de otras realidades distintas de la nuestra, llevando al aislamiento en nuestra fortaleza de marfil emocional.
- Validar al otro: la responsabilidad afectiva se fortalece con la validación mutua de los sentimientos. En una relación, ninguna persona es más importante que la otra. Por lo tanto, sus emociones tampoco deben serlo. Validar las emociones del otro significa encontrar el equilibrio que asegura una relación íntima saludable.
La responsabilidad afectiva es algo que muchas personas ignoran. Sin embargo, es esencial, ya que es uno de los pilares para tener relaciones saludables tanto con uno mismo como con los demás. Detrás de la irresponsabilidad emocional hay comportamientos como, por ejemplo: stalking, haunting, breadcrumbing, ghosting, etc. que tanto nos dañan.
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